domingo, 9 de febrero de 2020

Dorito

Lo sentí, el gélido frio se adentraba en mis huesos. Había conseguido que sus sentimientos más profundos y oscuros se apoderarán de él.
No podía, no lo conseguía, lo intenté; pero por primera vez en hacía ya tiempo el no se derretía.
No había luchadores, si no, dos simples tontos echándose las culpas, por supuesto uno más que otro.
Tensión, solo se palpaba tensión cuando todo parecía desmoronarse yo seguía siendo la terca. Y es que, aunque fui consciente en todo momento mi rabia y mi furor me comían por dentro, de tal forma que solo tu calma podía tranquilizarme. Pero no había, no quedaba ni una pizca de calma en tí, había hecho de ti una persona diferente que no sabía ni cómo resolver.
¿En qué me he convertido? Porque me he convertido en algo poco interesante y agraciado, y pienso volver a ser yo, a disfrutar de la vida, no debo ni quiero llevar todo en orden, quiero que por una vez en mi vida el desorden aparezca y estas ganas intensas de tenerlo todo bajo control desaparezcan.
No quiero convertirte a ti también, tuve miedo al sentirme vulnerable con mis propias palabras.
Cuando todo pasó, y la calma apareció, después de lo que ya había hecho, no me creía que eras tú de nuevo, con esos labios tiernos y esa mirada llena de desliz por mi. No me creía que nuestros morr/i/u reaparecían.
No debo, ni quiero ser yo quien pacte con el diablo. Tampoco quiero que lo seas tú, ojalá ser eternos en esta vida.
Esta mañana, abrí los ojos, y yo seguía dandole vueltas a todo. ¿Quién iba a creer que un ser tan increíble estuviera para todo? Ayer parecía un sueño, hoy también.
Solo quiero que pase el tiempo, que el tiempo me ponga en mi lugar y me deje mostrar todo lo que vales, porque vales la pena.
Porque te quiero, así como un dorito.


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