Cuando la noche cae y solo sientes vacíos, y cae porque lo deseaste durante todo el día. No tenía más ganas que meterme a la cama y quedarme dormida. Dormida y sin soñar, hoy no quiero soñar. Sin embargo, te das cuenta de que tu deseo ha sido el menos esperado y agraciado.
La noche es parte de la tristeza, hoy; esta mañana me entraban menos ganas de llorar que ahora. Hoy mientras os paseabais por la calle gritando y reivindicando a mi me temblaban las piernas y las manos.
No sé como decirle que me está destrozando por dentro, que me estoy quemando de dolor. Bueno sí, ya le escribí una carta.
Da igual que las cosas se terminen deshaciendo o haciendo, siempre llegamos al mismo punto intermedio y final. Quedándome vacía y sin aliento, con impotencia y dolor.
Os juro que desearme la muerte no ha sido uno de mis grandes deseos desde entonces. Porque a veces echo de menos a papá y a mamá juntos, ese momento en el que si discutes con uno el otro le intenta convencer o le dice que eres la mejor hija del mundo.
Eso, nosotros no lo tuvimos. ¿Hola? Me estoy quedando sin aliento, mis uñas comienzan a arañar más de lo habitual mis manos y mi cabeza no para de bombear pensamientos y sentimientos. No es lo que te dice, si no quien te lo dice.
Llaman a la gente cobarde por querer quitarse la vida, yo nunca les he dicho eso a ell@s. no podría si por mi mente también ha pasado aquella extraña sensación de dormir profundamente.
Estoy luchando por algo que jamás había planeado, me miro al espejo y suelo confundirme entre la niña buena y maura. Ella que quiere arrebatarse y tatuarse, marcarse, pintarse. Pero no.
Acabo de pedir auxilio levemente, ojalá alguien me escuche y sepa que camino tomé.
Judith Hernán.